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Antes de que las personas aprendieran a escribir, se contaban historias. Históricamente, las historias se han utilizado para conectar, inspirar, guiar y crear cambios. Permitiendo que las personas le den sentido al mundo y extraigan un significado más profundo de sus vidas. Las técnicas y métodos de contar historias cambian, al igual que las formas de comunicarse y las personas, pero se mantiene el poder de la narración para conmover y provocar un sentido más profundo de conexión.
¿Por qué contamos historias?
La narración es una forma de arte tan antigua como el tiempo y tiene un lugar en todas las culturas y sociedades. Las historias consolidan conceptos abstractos y simplifican mensajes complejos. En un mundo dividido por una multitud de cosas, las historias unen a las personas y crean un sentido de comunidad. Las historias nos hacen humanos y lo mismo ocurre para las marcas. En las redes sociales no solo importa el material visual que utilices, también influyen los textos que crees.
Visualiza para quién escribes.
¿Para quién escribes? Saber quién es tu buyer persona, cómo es, qué le gusta es la clave para adaptar el tono y el mensaje y así crear la conexión entre el público y tu marca. La empatía genera conexión, y si hay conexión, tu público potencial guardará un recuerdo positivo de tu mensaje y de tu marca.
Ten claro el mensaje que quieres transmitir.
Una gran historia generalmente avanza hacia un mensaje central. Independientemente del tipo de historia que se esté contando, es importante tener muy claro el tema central que quieres transmitir como empresa. ¿Utilizas el texto para vender un producto, recaudar fondos o dar a conocer un servicio? Primero define el objetivo. Para ayudarte a definirlo, intenta resumir el texto en 10 palabras o menos.
Si tienes dificultades para hacerlo, te toca reflexionar. Practica y cuenta historias para avanzar como storyteller. Se requiere tiempo y experiencia para escribir textos que enganchen, llamen la atención y el objetivo central de tu comunicación llegue.
Observa como lo hacen tus referentes.
Si bien tu empresa tiene que diferenciarse, observar cómo otras lo hacen, desde diferentes perspectivas y realidades, te dará ideas. Seguro que en las redes sociales conoces a alguna empresa o persona a la que te gusta leer porque las cosas que transmite y el modo de hacerlo te encantan. Pueden ser de otros sectores y/ o ámbitos, pero te resulta inspirador. Inspírate: ¿Cuál es su estilo? ¿Se mantiene fiel? ¿Comunica con párrafos diferenciados? ¿Plantean preguntas? ¿Qué uso realiza de los emoticonos?
Conecta con las emociones de las personas.
Las personas somos seres emocionales y necesitas que quien te lea se identifique con tu mensaje y, a su vez, que éste conecte con sus emociones y vivencias. El lado humano de las cosas es un concepto esencial en el storytelling. Los sentimientos y las emociones son la herramienta para enganchar y conmover a tu público objetivo. ¿Necesitas algún ejemplo? Leche Asturiana es un buen ejemplo de cómo articular un mensaje en torno al concepto de la cercanía, el trabajo social y los productos tradicionales.
Cuenta historias sencillas, fáciles de recordar y que despierten curiosidad.
En un mundo en que vemos mucha artificialidad en las redes sociales, la gente se acaba decantando por la naturalidad. Estamos cansados de ver a influencers en yates, en islas paradisíacas y hoteles lujosos, inalcanzables para cualquiera de nosotros. Queremos que nos hablen de cosas cotidianas, que nos trasladen a una realidad que para nosotros sea asequible. Además, como ya hemos comentado antes, no solo importa lo que publicas, si no de qué forma lo publicas, y para ello la naturalidad es muy importante.
Queremos percibir mensajes desde la naturalidad que podríamos hacerlo nosotros mismos como seres humanos. Eso crea conexión, sensación de estar a la misma altura, “hablando el mismo idioma” y a nivel de marca te ayuda muchísimo a posicionarte en el top of mind en la realidad cotidiana de esa persona. Y lee mucho. El storytelling es un arte que requiere de práctica para incorporarlo en nuestra narrativa comunicativa. La clave reside en fijarse en los pequeños detalles que hacen que una publicación tenga éxito.